Nadie es el vencedor sino Dios:
En una visita que hicimos al palacio de la Alhambra en Granada, encontramos una frase grabada en las paredes que decía “Nadie es el vencedor sino Allah (el único Dios verdadero)”. Al ver esta frase, de mis ojos brotaron lágrimas de felicidad al percibir que la brisa de la gloriosa historia de los musulmanes estaba presente en todas partes. En ese momento imaginé los días de antaño cuando los científicos musulmanes solían enseñar a los árabes y al mundo occidental medicina, farmacología, geometría, astronomía y poesía. De hecho, los musulmanes también establecieron la primera universidad de toda Europa en España. Visualice también los días de Abdul-Rahman Ad-Dakhil, cuyo ejército ceñía Italia y Francia. Así cono también recordé los días de Al-Mo’tassim, quien estableció todo un ejército para defender a una mujer musulmana cuando ella gritaba: “¡Oh, Mu’tassim, ayuda!”, al tiempo que su prenda de vestir era levantada por un hombre romano. Me sorprendió mucho la afirmación de algunas personas hoy en día al decir que el acatar las enseñanzas de nuestra religión nos frena. Mis pensamientos se interrumpieron cuando el guía de turistas español dijo: “La frase grabada en la pared significa: “Nadie es el vencedor sino Allah, en árabe”. “Si tenemos árabes aquí, que lo afirmen en voz alta”. Entonces grité: “Sí, nadie es el vencedor sino Allah”, y mi corazón brincó de alegría.
Y un miembro de su pueblo atestiguó:
La famosa escritora alemana Sigrid Hunke, autora del libro “El sol de Dios sobre Occidente” que se publicó en 1960, reprodujo un texto importante y divertido. Presenta una situación que describe la realidad de muchos musulmanes de hoy.
El orador que aparece en el texto es el obispo de Córdoba (Álvaro), que vivió durante la época del florecimiento de la cultura islámica.
Él aludía el hecho de que muchos de sus hermanos cristianos leían las leyendas del árabe y estudiaban los escritos de filósofos y eruditos musulmanes. No lo hacía con el propósito de refutarlos, por el contrario, los ponía como un ejemplo para motivar a la gente a aprender árabe para que pudieran expresarse con soltura, elocuencia y buen gusto en este idioma.
Él dice: “¿Dónde está hoy en día el cristiano no especialista que puede leer interpretaciones latinas de la Biblia? De hecho, ¿quién de ellos, incluso estudia las cuatro Biblias? ¡Qué pena! ¡Los jóvenes cristianos no conocen nada más que el idioma y la literatura árabes! Han estudiado a detalle las referencias árabes, se han esforzado y han gastado grandes sumas de dinero para comprarlas y compilar enormes bibliotecas. Han manifestado que la literatura árabe es digna de respeto y admiración hasta el punto de que, si alguien intentaba convencerlos de que oraran usando los libros cristianos, declararían que estos libros nunca llamarían su atención. ¡Qué desgracia! Los cristianos han olvidado su lengua materna. Sería muy raro encontrar uno entre mil que pudiera escribir una letra simple y correcta en latín. En relación al idioma árabe, sucedió lo contrario, se prepararon de tal manera que podían redactar, escribir y componer tan bien que algunos de ellos incluso podrían sobresalir cuando competían con los propios árabes”.
Los descubrimientos de los científicos musulmanes fueron los acreditados durante la Edad Media. Los científicos musulmanes solían adorar a Dios (Allah) y acercarse a Él sin hacer a un lado su conocimiento, sin mostrar ningún signo de contradicción entre la religión y la ciencia. La mayoría de ellos eran eruditos en su religión, además de científicos.
Los científicos musulmanes dieron un enfoque experimental, materialista y racional a la investigación. Este enfoque era totalmente diferente al que tenían los griegos en ese tiempo. De igual manera, establecieron una teoría científica independiente para obtener el conocimiento.
Incluso en la era moderna, han surgido grandes científicos que a los que se les ha otorgado el premio Nobel en Medicina y Física, y que en el curso de sus investigaciones encontraron oposición alguna entre la ciencia y la religión.
El conflicto entre la religión y la ciencia no se manifestó en ninguna de las etapas de la historia antigua, ni siquiera cuando surgió el judaísmo. Durante muchas épocas, la religión predominaba en todos los aspectos, mientras que el desarrollo científico avanzaba lentamente conforme a las necesidades que se tenían en una situación particular y en algunos casos llegaba a formar partes de leyendas y del paganismo.
Sin embargo, este conflicto apareció en la era de la dominación eclesiástica, durante el auge europeo, nueve siglos después del surgimiento del del cristianismo. Los científicos defendían sus posiciones firmemente y se oponían al control que ejercía la iglesia.
El ateísmo surgió de diferentes formas, y se ha desarrollado a través del tiempo, pero obviamente fue provocado por la gente que se dedicó a escribir y modificar las escrituras. La razón de esto es que se incluyó en estos libros un concepto complicado y distorsionado de Dios que contradice el concepto original que Dios ha puesto el corazón de las personas.
Además, una de las razones que motivaron a la gente a seguir el Ateísmo y a pedir el reemplazo de la religión con la ciencia, fueron las ordenes inaceptables que recibían tanto de las instituciones como de los representantes religiosos cuyo objetivo era obtener beneficios políticos y materiales para sí mismos.
El mundo ha sufrido desde entonces el deterioro de la moral, los valores humanos y el intelecto debido a esta lucha entre la religión y la ciencia.
La ciencia en el Corán:
Dios ha mencionado muchos versículos en el Noble Corán que fomentan el buen funcionamiento de la mente, la estimulación de los sentidos, la contemplación y la meditación.
¿Es que no ven cómo Dios inicia la creación y luego la reproduce? En verdad, eso es fácil para Dios. Di: «¡Viajad por la Tierra y observad cómo Él ha originado la creación! Luego, Dios hará surgir la creación de la otra vida. En verdad, Dios tiene poder sobre todas las cosas.» [1]
En verdad, en la Creación de los cielos y de la Tierra y en la diferencia entre la noche y el día, hay señales para los dotados de intelecto. (190) Aquellos que recuerdan a Dios de pie, sentados o acostados, y que reflexionan sobre la Creación de los cielos y la Tierra [y dicen]: «¡Oh, Señor nuestro! ¡No has creado todo esto en vano! ¡Glorificado seas! ¡Líbranos del castigo del Fuego! [2]
Los primeros versos que fueron revelados hablan de la ciencia de manera general y específicamente de la creación del ser humano. Esta maravillosa integración entre la Ciencia y la Fe se muestra claramente en muchos versículos.
Recita en el nombre de tu Señor, el Cual ha creado. (1) Ha creado al ser humano a partir de algo que está suspendido. (2) Recita. Tu Señor es el Más Generoso. (3) Es Quien ha enseñado por medio de la escritura (4) Ha enseñado al ser humano lo que éste no conocía. [3]
Este párrafo reitera, que los versos nobles se referían a mirar y contemplar la siembra, la lluvia, los diferentes colores de las frutas, las montañas, las personas y los animales. Incluye también una clara indicación de la universalidad de la ciencia y del conocimiento en todas sus especialidades, lo que evidencia que la religión y la ciencia se complementan.
¿Acaso no has visto que Dios hace descender el agua y hacemos salir con ella frutos de variados colores? Y en las montañas hay vetas de diferentes colores: blancas, rojas y de un negro intenso. (27) Y los humanos, las bestias y el ganado también son de diferentes colores. En verdad, de Sus siervos, sólo temen a Dios los que son sabios. En verdad, Dios es todopoderoso, perdonador.[4]
¿Por qué es necesaria la religión?
Hans Schwarz, profesor de teología, dijo: “La ciencia es muy importante en muchos aspectos, y se ha demostrado que puede usarse como una herramienta tanto para dar lugar la creación como para provocar la destrucción. Por este motivo, la fe interviene, aclarando que el experimento práctico no puede tener todas las respuestas”.
También dijo: “La fe y el conocimiento se necesitan mutuamente, y los científicos deben admitir que a menudo usan la fe para poder comprender las relaciones profundas entre los fenómenos naturales que observan”.
Schwarz también consideró que los científicos no conocen todos los hechos y no tienen todas las respuestas como afirman. Las diferentes cuestiones a las que se enfrentan todos los días son la mejor prueba de ello, especialmente aquellos que investigan el origen de la vida. Un día, obtienen ciertos resultados, pero en cualquier momento surge alguien que contradice sus conclusiones.
Cuestionar el origen de nuestra vida y el propósito de vivir es algo a lo que la ciencia no puede dar respuesta. Por lo que ha concedido a la Metafísica la oportunidad de dar una respuesta.
El accidente de Hiroshima y otros desastres que han ocurrido como consecuencia del uso de los inventos científicos han hecho que la ciencia pierda su integridad.
Karl Jaspers, el filósofo, junto con otros, han llamado a la ciencia “superstición”.
De lo anterior podemos concluir que, mientras no exista la conformidad entre la ciencia y la religión, será imposible responder a las preguntas sobre el origen, el propósito y la ética de la vida, aunque se trabaje con ambas al mismo tiempo.
Ateísmo de los huecos, no Dios de los huecos:
Alguna vez tuve una conversación con un ateo ruso que me hizo muchas preguntas. Una de las cuales fue: “¿Puede el Creador crear una gran roca que el mismo no pueda levantar?”.
De hecho, me asombró su pregunta. La primera vez que leí acerca de los ateos que hacían ese tipo de preguntas fue un día antes de tener esta conversación con él. Fue una coincidencia muy extraña.
Sin embargo, si mi respuesta a su pregunta hubiera sido “sí o no”, habría dado la impresión de que el Creador no era Omnipotente, (que Él sea Exaltado por eso).
Le contesté: “Bueno, ¿puedes dibujarme un triángulo circular?
Él respondió directamente: “Estás manipulando la conversación”.
Le dije: “Fuiste tú quien la manipuló, no yo”. “Tu pregunta no tiene sentido”. “El Único Creador no hace lo que no le conviene, que Él sea Exaltado por eso”. Luego le di un ejemplo simple para aclararle la idea.
Le dije: “Ningún sacerdote o clérigo, que tiene cierto rango religioso, puede salir desnudo a la calle. A pesar de tener la capacidad física para hacerlo no puede mostrarse así delante de la gente, esta acción no es apropiada a jerarquía. “Dios da el mejor ejemplo. Él es capaz de hacer cualquier cosa, pero solo hace lo que corresponde a Su Majestad y Gloria”.
Dijo: “Dios no existe; la ciencia es el único camino a la verdad”.
Continué: “Esta declaración no es un comunicado científico que se basa en la evidencia y las observaciones experimentales, por lo tanto, no podemos aceptarlo como un hecho. Por ejemplo, sabemos con certeza que los objetos no se sumergen sin que exista una causa que lo provoque. También sabemos que este enorme planeta y las criaturas que lo habitan, poseen un sentido intangible, y obedecen a las teorías matemáticas no materialistas.
Él dijo: “¡Tú!” “Los creyentes adoptan el principio del “dios de los huecos”. Cuando no logran dar una explicación científica a algo, presentan a la deidad como una “tapadera” para cubrir su ignorancia y estupidez mental. Al mismo tiempo, presentan esta falta de conocimiento como si fuera la evidencia de la existencia de su dios. Es decir, siempre que encuentran un vacío en la ciencia, lo atribuyen a la deidad”.
Le dije: “¿Es la referencia a un fabricante del avión cuando no entendemos cómo funciona el motor de un avión es un vacío en nuestro pensamiento?” A pesar de que el fabricante del avión no participa en la elaboración de ninguno de los pasos involucrados en el funcionamiento del motor, sigue siendo responsable de la existencia de los mecanismos que conocemos.
La ciencia ha concluido que el universo se surgió a partir de la nada, pero al mismo tiempo, nos ha enseñado que la materia no se destruye y no forma parte de la “inexistencia”, esta ambigüedad ha preocupado a los científicos. Se preguntan: “Si la materia no pertenece a la nada, ¿cómo entonces es que todo el universo se originó a partir de ella?”. En este punto, es donde se recurre a la religión para explicar lo que la ciencia no ha podido explicar.
Nuestra Deidad no es un “dios de los huecos” que evolucionó a partir de la ignorancia, por el contrario, es la causa del origen de todos los procedimientos establecidos por la ciencia.
Proseguí: “Ustedes son los que adoptan el principio del “ateísmo de los huecos”. Usan su incapacidad o falta de deseo de observar el origen de las leyes universales, como prueba de que ese origen no existe. Ésta, de hecho, es la brecha más grande entre la conciencia y la lógica.
Continué: “Para explicar la existencia de un universo materialista limitado, necesitamos una fuente eterna independiente que no esté sujeta a la materia. La ciencia solo puede estudiar los objetos tangibles, esto significa las cosas que poseen propiedades físicas limitadas. Por lo tanto, no podemos, de ninguna manera, explicar la existencia del universo únicamente con la ciencia.
La naturaleza, a pesar de todos sus atributos, no es más que uno de los hechos del universo. No es una explicación de la existencia del universo. Las leyes científicas establecidas no niegan la existencia de su autor, más bien confirman que él las creo.
Por ejemplo: Alguien deposita mensualmente una suma de dinero en una caja de ahorros. A fin de año esta persona irá al banco para recibir el dinero que obtuvo con los intereses. Ahí el contador le explica que la ley de multiplicación que usaron para calcular la suma fue la que les permitió determinar el monto de sus ganancias. De hecho, si esta persona no hubiera depositado su dinero, su saldo habría sido cero. Por lo tanto, afirmar que las leyes de la física son las que por sí mismas originaron el universo, es una auténtica tontería. Las teorías y las leyes sólo explican y describen con precisión las etapas de un fenómeno, pero no pueden originar algo a partir de la nada.
Las leyes del movimiento solo pueden describir la trayectoria de la pelota de baloncesto, pero son las manos del jugador las que mueven la pelota. En consecuencia, las leyes demuestran que se necesita un tipo de materia que reciba una fuerza específica, en un lugar y tiempo determinados para obtener un resultado predeterminado. Si uno de estos elementos estuviera ausente, estas leyes serían inútiles; más bien, nunca existirán.
La religión nos proporciona lo que la ciencia no nos puede dar:
Con el uso de la ciencia, el ser humano puede llegar a fabricar un cohete, pero no puede utilizarla para poder disfrutar de la belleza de una pintura ni valorar las cosas. La ciencia nunca podrá hacernos diferenciar entre el bien y el mal. La ciencia nos enseña que una bala puede matar, pero no nos ayuda a darnos cuenta de que está mal usarla para matar a otros.
Albert Einstein, el famoso físico dijo: “La ciencia nunca puede ser una fuente para la moral, no hay duda de que hay moral para la ciencia, pero no podemos hablar de los principios científicos para la moral, ya que sería un fracaso. Cada intento de intentar somete la moral a las leyes de la ciencia y las ecuaciones seguramente fracasarán”.
Emmanuel Kant, el conocido filósofo alemán, dijo: “La evidencia ética de la existencia de una deidad se ha establecido en base a la justicia. Una persona debe ser recompensada o castigada de acuerdo sus buenas o malas acciones, pero esto nunca sucederá si no es por la existencia de un origen superior que reconozca a cada uno por sus actos. Además, la evidencia se establece conforme a la capacidad de reunir la virtud y la felicidad, pero solo pueden reunirse bajo quién es Súper Natural, es decir, Omnisciente, Todopoderoso. Este origen superior que vence a la naturaleza representa a la Deidad”.
El ateo ruso dijo: “Está bien, pero para mí, la idea que surgió de que al creer en un ser supremo se obtienen beneficios; ha hecho que el hombre piense falsamente que debe existir una deidad para obtener estos privilegios”.
Prosiguió: “Si el arco iris es un reflejo de los rayos del sol en la lluvia, es incorrecto decir que nuestro beneficio al disfrutar de la escena del arco iris, nos impulsa a pensar en la existencia de un creador. El descubrimiento de la ciencia que mostró como ocurre el fenómeno del arco iris, ha refutado definitivamente la existencia de un creador”.
Le dije: “Supongamos que al caminar por la calle pierdes tu teléfono celular, minutos después, encuentras un teléfono y lo quieres usar para llamar a tu esposa, entonces, ¿El descubrimiento del mecanismo del funcionamiento de ese teléfono y su uso se consideran como una prueba de la inexistencia de su fabricante? ¿O ese teléfono público es un objeto real que tiene un fabricante real? La existencia del beneficio no niega la existencia del objeto, más bien la sustenta.
De hecho, disfrutar de la hermosa escena del arco iris y descubrir como ocurre, no niegan la existencia del Creador que creó el Sol y envió la lluvia.
Dijo: “El ateo no puede dañar a sus semejantes y no puede alentar a nadie a cometer malas acciones como lo hacen algunos individuos en nombre de la religión”.
Le dije: “La religión llama a respetar las buenas costumbres y evitar las malas. Así, los malos modales de algunos musulmanes son atribuibles a su cultura o analfabetismo religioso, o al estar apartados de la religión verdadera. ¿No has oído hablar de los intentos mundanos de establecer el comunismo que conducen a matar a millones de musulmanes y cristianos? ¿Cómo puedes decir que el rechazo de la Deidad no puede impulsar a una persona a cometer malas acciones?”.
Uno de los filósofos comunistas dijo: “Pensamos que podríamos ser mejores sin una deidad, y que podríamos proteger a la humanidad, pero estábamos muy equivocados, porque destruimos tanto el concepto de deidad como a la humanidad misma”.
Dijo: “Descríbeme al Creador”.
Les dije: “Te daré un ejemplo solo para aclarar”. “Primero, quiero que me describas una cosa intangible como una “idea”. Dime su peso en gramos, longitud en centímetros, su construcción química, color, presión, forma y figura”.
Dijo: “Por supuesto, eso es imposible”.
Le explique: “Para que podamos describir una cosa intangible, debemos usar términos y descripciones que difieren mucho de las definiciones que se usan en la ciencia, y por esta razón, no existen conceptos científicos para describir al Creador de todo el universo.
Dijo: “Siento que la idea de fe se asemeja a los cuentos para dormir o a las visiones hermosas que solo liberan la angustia de la persona, nada más”.
Le dije: “Estas hermosas visiones son mucho mejores que la pesadilla del ateísmo en la que estás viviendo”. “La oportunidad de estar con un Único Creador, que da la vida y la muerte, sin preocuparse por nada más, es la mejor opción que se tiene”.
Él dijo: “El médico proporciona vida y muerte también, cuando decide curar o descuidar a su paciente, al igual que cuando el asesino se abstiene de matar a su víctima, le habrá dado vida”.
Luego le mencioné este versículo:
¿No te has fijado en el que disputaba con Abraham sobre su Señor, porque Dios le había otorgado el gobierno? Cuando Abraham dijo: «Mi Señor es Quien da la vida y la muerte», él dijo: «Yo doy vida y muerte.» Dijo Abraham: «Ciertamente, Dios trae el Sol por el Oriente. Tráelo pues, tú por el Occidente.» Así fue confundido el que ocultaba la Verdad. Dios no guía a los opresores. [5]
Le comenté: ¿Sabes cuál fue el castigo de Dios para este hombre? Dios le envió una de las criaturas más débiles y diminutas, un mosquito, que entró por su nariz, alcanzó su cerebro y lo hizo morir. Esta acción demuestra que no importa cuán poderosa y tirana sea una persona, de cualquier modo, sigue siendo incapaz de protegerse de las criaturas más pequeñas de Dios.
El ateo ruso prosiguió: “¡Pero el Creador debió haberme pedido mi opinión antes de crearme!” “¿Cómo es que el Creador obliga a alguien a vivir una vida que no quiere vivir?”.
Le dije: “Puedes dejar esta vida suicidándote, pero el hecho de que te abstienes de hacerlo y temes por tu vida son las mayores evidencias de que estás contento de que te hayan creado”.
Dijo: “Mencionaste que, al comienzo de la creación humana, se hizo un pacto entre el Creador y el ser humano, quien ha dado testimonio de Él de Unidad y Señorío, pero yo no recuerdo eso”.
Le pregunte: “¿No mantienes tus ojos mirando al cielo con fuerza cuando estás lleno de horror o de miedo? ¿No levantas tus manos, aún sin saber pedir ayuda, a ese poder oculto que existe en el cielo?
Él respondió que sí.
Empecé a escuchar un tono de dolor en su voz. Le dije: “Entonces, solo te acuerdas, cuando te encuentras una situación difícil. De hecho, eres un creyente, pero tienes que recordarlo tanto en los buenos como en los malos tiempos, para que puedas alcanzar la fe perfecta”.
Este ateo ruso me sorprendió después que le hice esta observación. En ese momento, le dije que iba a mi oficina a traerle una copia de mi libro “El concepto original de Dios” para que pudiera buscar allí las preguntas que flotaban en su mente, donde me dijo que tenía que salir de la mezquita inmediatamente pues se le había terminado el tiempo que tenía especificado para visitar la mezquita, según el programa de la oficina de turismo con la que viajaba. El guía de turistas lo estaba esperando en el vestíbulo de la mezquita, pero en un rincón lejano. Cuando fui a buscar el libro y volví de nuevo, entré al pasillo y él ateo no estaba allí, así que comencé a buscarlo por todas partes. El guía me dijo que el visitante estaba en la otra esquina. Cuando miré hacia donde él señalaba, vi al ateo en el momento justo en que se levantaba después de haber estado en una posición de postración musulmana y al mismo tiempo lloraba mucho. Me quedé asombrada, y luego el guía me pregunto bromeando: “¿Qué le has hecho al hombre?”.
Le respondí: “No le hice nada. Él me hizo muchas preguntas y yo solo le respondí”. Entonces, el guía me comentó: “El visitante me dijo en tu ausencia que estaba muy impresionado y que siempre había querido ser un creyente, que las preguntas sin respuesta que tenían en su mente eran un obstáculo para reconocerlo, pero finalmente había despejado estas dudas”. Entonces le dije al guía de turistas: “Alabado sea Dios y todo lo que es atribuible a las bondades de Dios y Su guía”. “Dios ciertamente sabía que esta persona es un buen hombre, y que estaba buscando la verdad, por eso le facilitó el camino para venir hasta aquí”.
La causa proactiva y la teleológica:
Abu Hamid Al-Ghazali describe que la existencia (de un libro, por ejemplo) tiene cuatro causas:
La causa materialista: la tinta y el papel a partir del cual se formuló el libro.
La causa explícita: la forma en que se formuló el libro.
La causa proactiva: el compilador, el fabricante de papel y el operador de la impresora.
La causa teleológica: La razón detrás de la compilación del libro.
Los ateos, sin embargo, ignoran la causa teleológica, considerando que está más allá del alcance científico, ya que nadie, además de su inventor, puede explicar el origen de su invento.
También consideran que creer en él va en contra de la ciencia, por lo que todos están de acuerdo en creer que no existe una fuente que ha dado origen a la creación de todo el universo.
En realidad, todo lo que hace una persona con respecto a cualquier actividad y todos los incidentes que ocurren en el universo, incorpora tanto al procedimiento como a la teleología.
Por ejemplo, cuando bebemos una taza de agua, utilizamos la instrucción que nos muestra como sostener la taza para beber y así poder aliviar nuestra sed.
Otro ejemplo es, cuando se aplica el principio de conducción en los aviones, y que, junto con otros factores, permite el poder viajar a un lugar determinado.
Recuerdo que un día un ateo me dijo: “La aceptación de la existencia de un creador inhabilita el sentido y la lógica”.
Le dije: “El papel de la mente es solo juzgar las cosas y acreditarlas o rechazarlas, no tiene la capacidad de percatarse de cuál es el propósito de la existencia humana. Sin embargo, este hecho no anula su función, y ofrece a la religión la oportunidad de proporcionarle información sobre el Creador y sobre cuál es el origen y el propósito de la vida humana para que así comprenda, valore y reconozca esta información. En consecuencia, la aceptación de la existencia de un creador no inhabilita ni el sentido ni la lógica.
Ibn Al-Tufail dijo en la historia de Hay Ibn Yaqzhan:
“El intelecto, de acuerdo con los aportes que recibe de las ideas básicas naturales, puede entender la verdad de lo que es relevante en los principios originales. Puede llegar a comprender la existencia de Dios, pero todavía es incapaz de concebir la verdad y la esencia de lo que está más allá de los secretos de la existencia, la creación y el Creador, que se nos ocultan detrás de las cortinas de lo invisible. Los sentidos no pueden distinguir el propósito de las cosas. Hemos observado, que el intelecto tiene la facultad de percibir las leyes universales analizando sus causas, cuando se libera de las tensiones de la arrogancia y la terquedad atea. Además, la mente no es capaz de abarcar todos los detalles y áreas que presenta la religión, y se consideran como hechos de segundo grado a pesar de que deben aceptarse de la misma forma que los hechos principales”.
Incluso la mente que también es capaz de darse cuenta de la existencia de Dios es, al mismo tiempo, incapaz de darse cuenta de Su Esencia. No creo que la perseverancia en la búsqueda de la Esencia de Dios tenga nada que ver con la investigación científica. Definitivamente, no hay nada como Él.
Esto no solo se debe a que los sentidos no lo perciben, sino además a que no existe un científico que pueda saber todo sobre la realidad y características de un ser viviente, entonces, ¿cómo se espera que sepa acerca de la esencia de Dios? ¿Un ser humano, que no conoce la materia y que no sabe cómo percibirla, desea realmente enterarse de la verdad de Dios?
Recuerdo un comentario que un ateo hizo un día: “La ciencia ha llegado a la conclusión de que la computadora se parece a la mente humana y la razón de eso es:
Primero: Todas las cosas materiales que tienen formas y sistemas pueden emularse.
Segundo: El cerebro se compone de materia y tiene un sistema.
Tercero: En consecuencia, se puede emular el cerebro.
Cuarto: El cerebro es una computadora”.
Le dije: “¡Eres como el que dice que la computadora entiende el contenido de la información que recibe! O como una persona que dice que la televisión puede percibir los programas que presenta”.
La diferencia entre ambos es la percepción de la mente humana y los sentimientos que tiene una persona hacia lo que hace.
De adorar al universo a adorar al Señor del universo:
Una de las manifestaciones de la controversia entre la religión y la ciencia en la Antigua Grecia, es que los estatutos griegos prohibían estudiar astronomía, porque ellos adoraban las creaciones del universo, y con esto obstaculizaban el desarrollo científico.
El sistema de ciudades-estado en la Antigua Grecia antiguo aceleró el fracaso de la religión antigua, por la creciente certeza de que los dioses de las ciudades no podían protegerlas. La fe de la gente en estas deidades y su interacción con los comerciantes extranjeros originaban dudas y provocaban distracciones entre los ciudadanos. Las leyendas de las antiguas deidades, los mitos y fantasías continuaban vigentes entre los ingenuos campesinos y habitantes de la ciudad, en el momento en que la ciencia alcanzó su punto álgido.
Por esta razón, la ciencia en la antigua Grecia empezó a desarrollarse en el momento en que algunos de sus librepensadores dejaron de santificar las creaciones del universo.
Sin embargo, el error que cometieron fue cuando consideraron el ateísmo como una necesidad para aplicar la ciencia.
Y la historia de Abraham, la paz sea con él, en el Corán enseña que renunciar a la adoración del universo no significa refutar la existencia de un creador del universo. Es un llamado a adorar al Señor del Universo.
El Creador no tiene hijo ni socio. Jesús Cristo fue creado sin padre, y Adán fue creado sin padre ni madre. El Creador crea y no engendra.
Así mismo, mostramos a Abraham el gobierno de los cielos y de la Tierra para que fuese de los que tienen certeza. (75) Cuando le envolvió la noche, vio una estrella. Dijo: «¡Éste es mi Señor!». Pero cuando se ocultó, dijo: «¡No quiero lo que desaparece!» (76) Entonces, al ver la Luna naciente, dijo: «¡Éste es mi Señor!», pero cuando se ocultó, dijo: «¡Si mi Señor no me guía, sin duda seré de la gente extraviada!» (77) Cuando vio el Sol naciente, dijo: «¡Éste es mi Señor! ¡Éste es el mayor!» Pero cuando se ocultó, dijo: «¡Oh, pueblo mío! ¡Soy inocente de aquello que adoráis junto a Dios! (78) En verdad, he vuelto mi rostro hacia Quien ha creado los cielos y la Tierra, como un buscador de la Verdad, pues no soy de los politeístas.» [6]
¿Por qué nos quedamos atrás?
La civilización islámica logró mostrar la libertad pensamiento e intelecto. El Islam mismo fue responsable no solo de la fundación de una civilización que se expandió por el mundo y que fue compartida por muchas personas de diferentes orígenes étnicos, sino que también jugó un papel clave en el desarrollo de la vida cultural abarcando una amplia gama, sin precedentes. Hace ochocientos años, la lengua árabe era la lengua científica e intelectual que se extendía por todo el mundo. Entonces, ¿por qué los musulmanes hemos retrocedido ahora?
En cierta ocasión, tuve a una conversación con una amiga musulmana cuya hija reprobó el examen final con el que se graduaría de la preparatoria. La joven era conocida por su negligencia hacia la educación y al estudio. Además, este hecho coincidió con la noticia de que la madre de mi amiga tenía una grave enfermedad. Mi amiga, debido a la naturaleza de su trabajo, no podía quedarse con su madre para cuidarla. Sin embargo, al no aprobar el examen, la joven se vio obligada a repetir el programa de estudios en casa, lo que se convirtió en una buena oportunidad para que ella se quedara con su abuela y poder ayudarla pues, de cualquier manera, no podía ingresar a la universidad ese año.
Me sorprendí cuando me di cuenta de que mi amiga no dejaba de decirle a la gente que Dios había provocado el fracaso de su hija con el propósito que la joven pudiera cuidar a su abuela durante su enfermedad.
Entonces le dije: “Esto es realmente extraño, ¿fue Dios la causa del fracaso de tu hija o fue su negligencia hacia el estudio?”.
Ella pregunto: “¿No has visto cómo Dios facilitó el momento perfecto para que el fracaso de mi hija sucediera al mismo tiempo que la enfermedad de mi madre?”.
Le dije: “Y tu Señor no comete injusticias con nadie. Dios no le haría un mal a tu hija para facilitarte las cosas. Con Su conocimiento predestinado, Dios ya sabía que tu hija era descuidada y que no aprobaría el examen, pero no la obligó a reprobar. Si tu hija hubiera sido dedicada al estudio, Dios habría dispuesto otras formas de cuidar a tu madre”.
Entonces recordé una de las historias que me contaba mi madre cuando era joven, no conozco su origen, pero contiene muchos aspectos verdaderos.
La historia dice: “En Andalucía, cuando los países estaban bajo el dominio del Islam, uno de los gobernantes tiranos quería conquistarla, por lo que envió a un espía para que lo mantuviera informado sobre la capacidad y los movimientos de los ejércitos. Tan pronto como el espía entró en una de las ciudades, se encontró con un niño en las afueras de esa ciudad. El niño estaba sentado debajo de un árbol llorando, porque estaba acostumbrado a cazar dos pájaros utilizando una flecha, pero ese día solo había podido atrapar un solo pájaro. Este fracaso lo considero como un como castigo por un pecado que había cometido. El espía se preguntó así mismo: “Si estos son sus niños, ¿Cómo serán sus hombres?”. Entonces, regresó de la ciudad donde lo esperaba el gobernante y le dijo: “No podrás enfrentarte a esos hombres por ahora, pero espera hasta que se sientan abrumados por sus pecados y fechorías para poder invadirlos”.
Satanás les hizo tropezar por algo que habían cometido, pero Dios les ha perdonado. En verdad, Dios es perdonador, indulgente. [7]
Cabe resaltar aquí, que además de nuestros los pecados, también nuestra obstinación de negar nuestra negligencia y nuestros errores, contribuyen a nuestro atraso.
Para poder aventajar a nuestros enemigos, cumplir nuestras metas y lograr el éxito en la vida debemos trabajar continuamente para lograr la superación personal, esforzarnos para fortalecer nuestra fe, tener cuidado en no cometer pecados, apoyar las causas legítimas, confesar nuestras fechorías y arrepentirnos de nuestras malas acciones.
Ibn Al-Qayyim dijo: “Ten cuidado de ti mismo, nunca sufrirás ninguna aflicción excepto por ella. Por tanto, no hagas las paces con ella. Juro por Allah que nadie lo respetará hasta que lo humille, y nadie lo honrará hasta que lo humille, y nadie lo reconciliará hasta que lo haga enfadar, y nadie lo consolará hasta que lo agote, y nadie lo asegurará hasta que lo atemorice, y nadie se alegrará hasta que lo aflija. “
Concluimos que, en la época del auge de la civilización islámica, el llamado conflicto entre la religión y la ciencia no era un problema, por el contrario, algunos físicos, astrónomos y matemáticos musulmanes consideraban que interactuar con ambas, los llevaba a mantener una actitud de adoración a Dios.
Occidente comenzó su desarrollo intelectual y científico cuando en esa región, se abandonaron las creencias falsas que tenían y que se basaban en su religión distorsionada. Es decir, en el momento en el que se abandonaron estas ideas, se empezaron a adoptar la ciencia y la lógica y se dejaron de seguir los misterios que surgían de los pensamientos del clero, se obtuvo el éxito.
Pero a pesar de que se recurrió a la ciencia de la manera correcta, se perdieron los valores, la moral y se olvidó el propósito de la existencia, al hacer a un lado la adopción de la religión verdadera.
En el caso de los árabes, ha sido todo lo contrario, su atraso comenzó cuando abandonaron la verdadera religión y se volcaron a la ciencia de manera equivocada, cuando comenzaron a perseguir e imitar ciegamente el patrón de pensamiento occidental.
Si tenemos el deseo fuerte y real de recuperar las glorias del pasado,
debemos corregir esta situación y reorganizar nuestras prioridades. Contamos
con las creencias y la religión verdaderas que fomentan la ciencia a través de
los medios espirituales y lógicos correctos, y refutan mitos e invenciones. Por
lo tanto, tenemos la base; solo falta diseñar una estructura que nos permita reconstruir
la civilización.
[1] (Corán 29:19-20).
[2] (Corán 3:190-191).
[3] (Corán 96:1-5).
[4] (Corán 35: 27-28).
[5] (Corán 2: 258).
[6] (Corán 6: 75-79).
[7] (Corán 3:155).